Fórmula 1
¿Cómo creer en la magia de Ferrari cuando la lógica no lo permite?
Ferrari afronta el Gran Premio de Italia en sus horas más bajas, pero la historia de Monza ha demostrado que los milagros son posibles
Si nos atenemos a la lógica, es imposible pensar que Ferrari puede obtener un buen resultado este fin de semana en Monza. El rendimiento del equipo de Maranello a lo largo de la temporada provoca que se desvanezca cualquier atisbo de esperanza y, para empeorar aún más la situación, la anterior carrera en Bélgica fue una de las más decepcionantes de la última década. La razón también indica que en Monza las circunstancias podrían empeorar aún más, teniendo en cuenta que es el circuito más rápido del calendario, en el que la potencia del motor es más trascendental, justamente el punto más débil del SF-1000.
La verdad es que parece que el destino ha querido castigar a Ferrari. Pisar suelo italiano siempre es sinónimo de presión para la escudería, que constantemente tiene la obligación de brillar delante de su público. Los seguidores ferraristas son realmente entusiastas y pasionales, favoreciendo que todo lo que haga el equipo se magnifique, tanto las victorias como las derrotas. Y este año, la Fórmula 1 aterrizará en Italia en tres ocasiones: Monza, Mugello y San Marino, casualmente, cuando la imagen y el rendimiento del equipo están por los suelos. Esto no ayudará a calmar el ambiente, sino todo lo contrario, ya que el desastre rojo, en caso de producirse, se agrandará todavía en mayor medida, echando más leña al fuego.
El año pasado se vivió la cara de la moneda. La victoria de Charles Leclerc trajo consigo una explosión de felicidad, en la que el monegasco era aclamado como un auténtico héroe nacional. Un recuerdo inolvidable para el joven piloto, pues en ese momento disputaba su primera carrera en Monza vestido de rojo. La victoria anterior de un Ferrari en “el templo de la velocidad” la protagonizó Fernando Alonso en 2010. Nueve años entre una carrera y otra, demostrando que los triunfos del “Cavallino Rampante” en su casa no son tan frecuentes como puede parecer. No obstante, la debacle del equipo en este 2020 no es tan habitual. No es normal afrontar el Gran Premio de Italia con la convicción de no poder llevar a cabo una buena actuación, con el podio y la victoria vistos como objetivos absolutamente imposibles.
Con la lógica en la mano, existen muy pocos motivos para ser optimista, por no decir ninguno. El único rayo de esperanza puede ser causado por los sentimientos, por el deseo de ver a Ferrari en el lugar que le corresponde. Sin embargo, estamos hablando de una competición que se nutre de hechos impredecibles y gestada por hazañas inverosímiles. Al fin y al cabo, soñar es gratis y, si algo ha demostrado la Fórmula 1 durante toda su historia, es que en ocasiones la lógica juega malas pasadas. ¿Quién sino podría haber predicho hace un año el desastre protagonizado por Ferrari en esta temporada? Además, no hay que remontarse demasiado en el tiempo para ver actuaciones inesperadas. En esta misma campaña, Leclerc hizo lo inimaginable en Austria y Silverstone cuando se subió al segundo y tercer escalón del podio, colocando a su monoplaza en una posición que no se merecía si se tiene en cuenta su rendimiento. Es cierto que la fortuna jugó un papel muy importante, pero Leclerc estuvo en el lugar indicado para aprovechar las oportunidades.
No existe mejor escenario que Monza para que se vuelva a producir otro milagro y, como muchos recordarán, el templo italiano ya ha vivido unos cuantos en sus setenta años de historia. Cómo olvidar el doblete que Ferrari regaló a los «tifosi» en 1988, una temporada totalmente dominada por McLaren. Aquel año Senna y Prost vencieron en 15 de las 16 carreras, pero el destino quiso que Italia fuese conquistada por la escudería roja, su única victoria de aquella campaña justo un mes después del fallecimiento de Enzo Ferrari, el mítico fundador de la marca. Y cómo no, en la carrera anterior, en Bélgica, los dos monoplazas de Maranello abandonaron, por lo que las perspectivas no eran ni mucho menos positivas. Por algo Monza es denominada como «la pista mágica», territorio de la escudería con más magia de todas. ¿Alguien cree todavía en la lógica?