Automovilismo
Este San Valentín, regala sueños con olor a gasolina
Para todos aquellos que amamos los automóviles, siempre hemos soñado con poder conducir alguno de los deportivos de las marcas que forraban nuestras paredes en forma de posters cuando éramos niños. Hoy en día, este sueño es algo “posible”, lo entrecomillo porque evidentemente hay truco.
A través de los múltiples paquetes multiexperiencias que se venden en muchas grandes superficies, podemos conducir desde un Ferrari, Lamborghini, Porsche, a auténticos monoplazas de Fórmula 4. Ya sea por circuitos o a través de alguna carretera, y si tenemos suerte con curvas.
Y aproximándose San Valentín, usted puede regalar una de estas dosis de adrenalina mezclada con sueños por un precio razonable. Os cuento mi experiencia por si algún curioso se decide a lanzarse.
Me ragalaron un Pack de los ya mencionados, que consistía en nada menos que, rodar por el maravilloso circuito de Los Arcos (Navarra) en un Ferrari F430. El ambiente allí, ya de por sí, es increíble. Conforme te aproximas al circuito donde, en unos minutos estarás rodando, empiezas a encontrarte con deportivos que circulan por los alrededores; Ferraris rojos, maravillosos Lamborghinis amarillos e incluso los camiones logísticos serigrafíados impresionan.
Una vez en el circuito es inevitable estar impaciente mientras haces cola para registrarte, y no hago si no mirar a la hilera de superdeportivos, pensando para mí, ¿Por qué no puedo ser rico y tenerlos todos? Y ahí estaba, el que iba a ser mi montura durante un breve espacio de tiempo, había simuladores de F1, un pequeño catering, todo perfecto, pero yo no quería nada de eso, yo quería montarme ya en ese Ferrari F430, sentir como me enfundo en el baquet, y apoyo las manos en el volante, dejando ligeramente dos dedos levantados apoyados en sendas levas del cambio, ¿que eso es lo que hacen lo pilotos de Fórmula 1 no?
Antes de comenzar la experiencia de conducción, nos dieron una vuelta al circuito en un Hummer H2, algo increíble ver como esa bestia de tres toneladas acelera como un GTI. Da la sensación de ir montado en un tanque impulsado por turbinas. En esta vuelta guiada, no enseñaban por medio de señalizaciones de conos, cuál era la trazada y los puntos en los que frenar. La sensación de agarrar el volante de un Ferrari es embriagadora, hasta intimidante. El monitor que tienes al lado te da una breve explicación de cómo funciona el coche, el cambio (en este caso un manual robotizado con levas en el volante) y demás instrucciones necesarias para poder conducirlo.
Y por fin arrancas. Voy acelerando con cautela y engranando marcha tras marcha (muy bruscas en el caso del F430), nada que ver con los modernos cambios DSG, PDK o TCT de Alfa Romeo. Ese sonido del V8 subiendo de revoluciones y rugiendo a la par, ese empuje contra el asiento mientras miras el Cavallino entre tus manos. Es una sensación indescriptible solo con palabras, hay que vivirlo.
Cualquier amante de estos coches soñamos con exprimir cada relación hasta casi el corte, apurar las frenadas con esos frenos inagotables cerámicos… Pero eso sí, tenemos que recordar que esto es una experiencia de conducción, no de pilotaje, además los coches no son nuestros, no estamos ni mucho menos acostumbrados a las reacciones salvajes que puedan tener y nos recomiendan ir con cierta cautela.
Al llegar a final de vuelta, te proponen dar otra, pasando por la recta de meta a todo gas (pagando un extra, por supuesto), algo totalmente recomendable, quien puede negarse, esto es una droga, muy cara además, ya que exprimir esas obras de ingeniería que llevan por motores, heredadas en la mayoría de los casos de la mismísima fórmula 1, en la recta de un circuito, es casi orgásmico. Una vez llegados a boxes, te bajas con una sonrisa igual o más grande que la de un niño en la mañana de Reyes, te sacas la foto con tu flamante deportivo y para casa corriendo a buscarle un hueco en el que se vea bien.
Pese a estos “inconvenientes” que os he comentado de que hay que “cuidar” el coche, es una experiencia totalmente recomendable. La sonrisa y ese olor a deportivo, el chasquido de tu cuello al cambiar de marcha y ese maravilloso sonido, se quedan en el corazón mucho tiempo. Y siempre es algo bonito contárselo a nuestros amigos y familiares y decirle mientras señalo la foto, yo conduje un Ferrari en circuito.
Si se animan, disfrútenlo…