Fórmula 1
Max Verstappen besa la gloria
El holandés se proclama campeón del mundo en Abu Dabi, el cuarto más joven de la historia
«A veces los milagros ocurren». Con esas declaraciones cerraba Max Verstappen su entrevista en lo alto del podio tras proclamarse campeón del mundo por primera vez. Un campeonato, el de 2021, que quedará para siempre grabado en la memoria de todos los aficionados a la Fórmula 1. Dos gladiadores, el holandés de Red Bull y Lewis Hamilton, que merecían alcanzar la gloria, pero finalmente, como en todos los deportes, la balanza debía decantarse hacia un lado.
No es casualidad que Verstappen haya hecho alusión a los milagros. Hasta que salió el Safety Car después del accidente de Nicholas Latifi, Hamilton poseía su octavo título en el bolsillo. El de Mercedes adelantó a Max en la salida y, desde ese momento, controló a su antojo la prueba gracias a un ritmo notablemente superior al del Red Bull. La flecha plateada de Mercedes rodaba a otra galaxia mientras Verstappen, sin perder la fe en ningún momento, se resignaba a tratar de mantenerse lo más cerca posible.
Sin embargo, la Fórmula 1 es impredecible y, si algo nos ha enseñado esta competición a lo largo de sus 51 años de historia, es que hasta la bandera a cuadros todo puede ocurrir, que cada mínimo detalle puede marcar una diferencia abismal. Así ha sido. A cinco vueltas para la conclusión del Gran Premio, cuando Hamilton acariciaba con la punta de sus dedos la octava corona, la entrada en la historia superando a Michael Schumacher, Latifi se convirtió en un inesperado protagonista. Su Williams acabó contra las protecciones luego de un error de conducción y el Safety Car entró en la pista. La oportunidad de oro que Verstappen y Red Bull llevaban toda la carrera esperando.
A partir de ese instante reinó el caos. El holandés entró en boxes para montar neumáticos blandos, el compuesto idóneo para atacar a Hamilton en los últimos giros. Por su parte, el pánico del británico comenzó a ir en aumento. El equipo Mercedes decidió no cambiar sus neumáticos por miedo a perder el liderato y con la esperanza de que la carrera no se volviese a reanudar. Craso error. Por si el desarrollo del Gran Premio no era digno de una película de Hollywood, Michael Masi, el director de carrera, se encargó de ofrecer un desenlace que parecía sacado de un guion de auténtico suspense. La última vuelta iba a decidir el nombre del campeón. Poco menos de un minuto y medio para escribir la historia del ‘gran circo’.
Obviamente, esta situación favorecía a Verstappen. Sus neumáticos blandos, completamente nuevos, tenían una ventaja sustancial sobre el compuesto duro de Hamilton, cuyas gomas ya tenían más de treinta vueltas a sus espaldas. Al reanudarse la prueba, el holandés hizo gala de su madera de campeón, de su sangre fría y ambición sin límites, sobrepasando a Hamilton a las primeras de cambio, sin que el heptacampeón pudiese hacer nada al respecto. El destino ya había entrado en juego y Verstappen era el nuevo campeón, el número 34 de la historia y el primer holandés. Su rival, Hamilton, perdía su reinado de la forma más cruel posible. Una sola vuelta fue lo que le apartó de obtener la gloria por octava vez.
Pese a la amarga derrota, el de Mercedes supo asumirla con deportividad. Su conducción, un año más, ha sido admirable y ese octavo título, de haber llegado, hubiese sido completamente merecido. Pero la vida, y la Fórmula 1, a veces te recompensan y otras te castigan. Hamilton consiguió su primer mundial gracias a un adelantamiento en la última curva. Hoy ha perdido su octavo en la última vuelta.
La cara de la moneda, Verstappen, no podía contener las lágrimas en el podio. Su triunfo supone un premio a años de trabajo, dedicación y entrega. También un acto de justicia para un talento inconmensurable, sin duda uno de los más grandes que la Fórmula 1 ha visto en las últimas décadas. La era del holandés empieza hoy. Ya ha hecho historia. Es el cuarto piloto más joven en proclamarse campeón. Veremos hasta dónde puede llegar, pero todo indica que estamos ante un piloto de leyenda. Abu Dabi ha regalado un final memorable para una temporada apasionante. Imposible no enamorarse de la Fórmula 1.