Entusiastas del pasado
Nelson Piquet y Nigel Mansell, el antagonismo olvidado de los años 80
La rivalidad entre Prost y Senna hizo que algunos olvidaran muy rápido una rivalidad legendaria que hoy repasamos y que marcó parte de la década de los 80.
Si alguien menciona algún tipo de rivalidad en la Fórmula 1 en los años 80, el 95% de la gente hablará de la que quizá sea la guerra más legendaria de la historia de la Fórmula 1, tanto por lo que pasó durante dicho periodo como por el legado que ambos dejaron en la Fórmula 1: Alain Prost y Ayrton Senna.
Sin embargo, esta enemistad trascendía mayoritariamente sobre la pista, y, como mucho, llegaba al despacho de Jean-Marie Balestre. Hoy, nos remontamos unos pocos años atrás, aun estando dentro de la misma década, y hablamos de otra rivalidad que, incluso desde fuera de la pista, marcó el principio de la segunda mitad de los años 80: Nelson Piquet y Nigel Mansell.
Ambos comenzaron más o menos sobre la misma época en la Fórmula 1, pero el éxito de Piquet fue bastante más inmediato que el de Mansell. Tras anotar solo tres puntos en su primera temporada completa en la Fórmula 1, en 1979, su escudería, Brabham, dio un salto brutal de calidad, y Piquet finalizó segundo en su segunda temporada, 1980, antes de llevarse al fin el gato al agua en 1981, gesta que repetiría en 1983. Durante esa época, Mansell todavía cabalgaba a lomos de un Lotus en el que hacía algún que otro podio, pero poco más.
Durante la primera mitad de los años 80, el incidente más sonado protagonizado por uno de estos dos fue cuando Piquet llegó a las manos en un encontronazo con Eliseo Salazar tras un choque entre ambos cuando Piquet lo estaba doblando. Fue ahí cuando, al abandonar el monoplaza, Nelson sacó a lucir su carácter al dirigirse a Salazar, empujarle, y luego tratar de pegarle dos puñetazos.
Pese a no contar con un monoplaza especialmente bueno, Mansell ya iba dejando destellos de su garra y carácter también, cuando se quedó sin gasolina en el Gran Premio de Dallas de 1984, y empujó el coche hasta la meta para lograr un punto y finalizar sexto. Al año siguiente, Mansell fichó por Williams. Y en 1986, llegaría Piquet. Prost, Piquet y Mansell en la lucha por el título. El espectáculo estaba servido.
Tras una temporada en la que el escalón más alto del podio de 11 de las 15 carreras disputadas llevó el nombre de uno de estos tres (cuatro victorias de Mansell por tres de Prost, sin contar esta última carrera, y cuatro de Piquet), llegó el Gran Premio de Australia en Adelaida. Mansell hizo lo que tenía que hacer, logró la pole y lideró durante gran parte de la carrera. Sin embargo, cuando lideraba en la vuelta 63, a falta de muy pocas para el final, un reventón en su neumático trasero izquierdo acabó con sus esperanzas de lograr su primer título. Prost ganó, y se llevó el gato al agua por solo dos puntos.
Durante la temporada 1986, Piquet descubrió una manera de aprovechar un diferencial diseñado por Williams, y mantuvo siempre ese secreto a las espaldas de Nigel, compartiendo esa especie de propiedad intelectual únicamente con sus ingenieros. Como dijo en su día el ex-comentarista de Fórmula 1 Murray Walker, «Piquet sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de que Mansell se viniera abajo». Y vaya que si sería capaz. La siguiente temporada, lo demostraría.
La temporada 1987 no fue precisamente a menos, y su primera mitad estuvo marcada por dos carreras: San Marino y Gran Bretaña. En Imola, Nelson sufrió un accidente en Tamburello que lo dejó con secuelas de por vida en la vista. Nelson optó por ocultar dichas secuelas durante años, pero moderó mucho su estilo de conducción. En Silverstone, Mansell y Piquet pelearían con los dos Williams en una carrera al sprint que terminó ganando el león de Inglaterra.
Tras dicha carrera, Piquet comenzó a disparar una serie de declaraciones con el fin de tratar de tirar por tierra el estatus que se había ganado Mansell y así desconcentrarle mediante el empleo de juego sucio. Y vaya que si lo hizo. En Spa y Suzuka dos errores de pilotaje de Mansell (quizá ocasionados por la presión psicológica a la que le había sometido Nelson) se saldaron respectivamente con una colisión con el Lotus de Senna en carrera, y con un accidente en calificación en el que se rompió la vértebra y dio vía libre a Nelson para llevarse el campeonato.
Cuando terminó la temporada 1987, el brasileño se marchó a Lotus, y, en una entrevista para Playboy (cabe hacer un inciso: Nelson era un tipo muy mujeriego, y era el James Hunt de los años 80), dijo la siguiente frase, refiriéndose a Nigel: «¡Es piloto de Fórmula 1! ¿Cómo puede tener una mujer tan fea?», además de referirse a él como un «estúpido». Mansell hizo gala de su caballería y se limitó a responder diciendo que Nelson era una mala persona.
Nunca fueron amigos. 1987 sería el último título mundial de Piquet, antes de pasar dos temporadas en Lotus y otras dos en Benetton. Durante sus últimas cinco carreras, compartió equipo con un tal Michael Schumacher. Mansell pasó una última temporada en Williams, en la que solo terminó dos carreras, ambas en segunda posición a la sombra de un McLaren intratable. Posteriormente, pasaría dos años en Ferrari sin mucho éxito antes de volver a Williams y, por fin, llevarse su primer y único campeonato del mundo en 1992.
Así puede resumirse la rivalidad entre Nelson Piquet y Nigel Mansell: dos personalidades muy distintas en un mismo equipo que jamás llegaron a ser afines.