Midori Kurve
Sainz y la mala vida
Es tal la prisa que tenemos que a cualquier cosa llamamos cambio a mejor… Carlos Sainz, por ejemplo, ha bajado profesionalmente dejando atrás Toro Rosso y pasándose a Renault. La de Faenza navega sexta en el Mundial de Marcas y la gala, pues eso, que está un puesto por detrás.
Las expectativas para el año que viene son mucho mejores para la francesa que para la italiana, que la pobre se las verá con Honda para sobrevivir en 2018, pero la realidad es la que es, y con Palmer o sin Palmer, la de Enstone se enfrenta a un final de temporada malo y a una campaña próxima que según Alain Prost, consejero en La Régie, «no podrá ofrecerle [a Alonso] un coche con el que ser campeón» [dentro enlace]. Obviamente, si estas son las referencias intramuros para un bicampeón del mundo, olvidémonos de que apunten a mejor para un piloto novel como Carlos.
¿Que hace el madrileño entonces…?
Bueno, se me ocurre primero que Sáinz junior se ha cogido un año sabático lejos de las desagradables garras de herr doktor Helmut Marko, cosa que siempre es de agradecer. Gana experiencia por otro lado, que en esto de la Fórmula 1 puede llegar a valer quintales a poco que los vientos soplen favorables. Y por último, el español se va a medir con Nico Hulkenberg al menos durante una temporada y cuatro carreras de la anterior, lo que resulta a todas luces una bicoca con lo carísimo que resulta pillar foco tal y como están las cosas en nuestro deporte… No sé, se me ocurre que el hijo de Carlos y Reyes sale ganando en los pronósticos aunque pringue en el día a día de este calendario que el pobrecito no da para más por mucho que lo estrujemos como un trapo de cocina.
Lo que está meridianamente claro es que Renault necesitaba a Carlos para currar, para desarrollar, para trabajar como un jabato en eso de levantar un proyecto que ha acumulado más sombras que luces gracias a decisiones que no fueron tan avispadas como se nos vendieron en 2016.
Renault necesita crecer a velocidad de crucero por la cuenta que la trae. Red Bull y ahora McLaren, no van a ser muy permisivas con los errores. Con Jolyon Palmer no había tu tía. Sáinz aporta experiencia, juventud, nuevas ideas… Las va a pasar putas como Nico, pero, al menos, tanto el alemán como la escudería oficial salen ganando teniéndole vestido de negro y amarillo y arrimando el hombro.
No es el mundo perfecto que todos soñábamos. El chaval, en Red Bull, sería capaz de opacar a Max Versttapen, pero la vida no es como querríamos sino como viene. Marko decidió por él y por todos nosotros en mayo del año pasado, y aquí estamos, con Sáinz habiéndose quitado de encima las penurias y gabelas de Faenza, soñando en Enstone con un nuevo futuro que nadie imaginaba hace doce meses.
Va a ser duro, a día de hoy parece imposible, pero lo que es seguro es que Carlos junior —le jode que le llamen Carletes—, ha puesto pie en una nueva vida que a pesar de que no la entendamos, es la mejor posible para él y espero que para todos nosotros. Está en Renault de prestado y para sufrir, Red Bull puede recuperarlo en 2019, pero lo que no podemos hacer es desinflarnos como aficionados porque ha elegido dar un paso atrás para caminar luego tres o cuatro delante cuando a otros, la misma maniobra les costaría la vida profesional, la carrera, hacer un Wehrlein sin ir más lejos.
Carlos pisa firme. Ha elegido bajar porque el futuro es más prometedor desde Enstone que desde Faenza.
Admitámoslo, no es la mala vida, es lo que necesita un futuro Campeón del Mundo que se forja a fuego lento. Tal vez no lo entendamos ahora, pero me juego la mano con que dibujo a que dentro de dos o tres años damos por válido este mundo de esfuerzo continuado, ingrato y malpagado, que acoge en estos instantes a Carlos Sainz. Si se queda en Renault será bueno. Si asciende a Red Bull, incluso Marko se felicitará por haberlo dejado partir a finales de 2017. ¡Al tiempo!
Os leo.